Cueva de Esjamundo. Fuente. Club de Montaña Nabaín.

La cueva de Esjamundo, que forma parte del Sistema Lecherines, en Villanúa, ha protagonizado la salida que quedó pendiente por complicaciones meteorológicas, en el pasado el Curso de Iniciación a la Espeleología organizado por el Club de Montaña Nabaín y la Federación Aragonesa de Espeleología; y que ahora se ha fusionado con una de las salidas promocionales de este deporte que querían agendar desde hace algún tiempo, según cuenta en su crónica Enrique Caminos.

Después de salir de Boltaña, nos reunimos en una agradable mañana, un grupo de unos quince participantes del club y seis miembros de la federación. Tras unas rápidas presentaciones nos dispusimos a equiparnos con todo el material necesario.

Se crearon dos grupos, uno con los que realizamos el curso y otro con los que no. Mientras el primer grupo salía hacia la cueva, apenas quince minutos de aproximación, el segundo quedó repasando un poco las técnicas imprescindibles para la progresión en cuevas.

Cueva de Esjamundo. Fuente. Club de Montaña Nabaín.

En esta ocasión, la cueva bastante seca, ya que lo normal es encontrarse con apreciable cantidad de agua. Estrechos pasos, estalactitas y estalagmitas, banderas, gours, columnas y otras muchas curiosas formaciones nos acompañarán durante todo el recorrido.

Aparecen algunos pasos un poco más complicados, entre ellos una ascensión de unos siete metros. Luego vendrán el primer descenso, de unos cinco o seis metros y una badina en forma de L, con algo de agua, no muy difícil y que salvamos mediante un pasamanos para no mojarnos. Seguidamente llega un remonte de unos diez u once metros más exigente traspasando una zona muy bonita con múltiples formaciones. A continuación se debe descenderse un pozo de unos dieciocho metros que acaba en un sifón, en esta ocasión completamente seco, por el cual nos colamos, saliendo a otra amplia galería, que tras unos metros finaliza en un pasamanos sobre un desfondado que llegaría al sifón terminal de Esjamundo.

Volveremos deshaciendo el camino: colándonos por el sifón, ascendiendo, no con poco esfuerzo, el fraccionado pozo; rapelando la primera pared y recorriendo de nuevo la badina. Arrastrándonos, de cuclillas, dobladas las espaldas, avanzamos y alcanzamos a discernir la luz natural que nos espera a ya pocos metros en la salida de la cueva.

Han sido unas siete horas en su interior. Intensas pero fructíferas horas que nos han enseñado algunas de las maravillas existentes en el interior de este planeta. Sudorosos, embarrados y cansados, pero completamente satisfechos, llegamos al aparcamiento. Charlando, contando y escuchando variadas anécdotas y vivencias llega la hora de volver a casa. Nos despedimos, agradeciendo la experiencia compartida, y esperando la próxima salida, que tal como parece y dada la participación e interés, puede tener continuidad en breve.

En el mismo fin de semana se realizó en el pabellón polideportivo de Boltaña, una jornada técnica de barranquismo, organizada también por el Club de Montaña Nabaín. Una quincena de personas participaron en esta cita en la que se trabajaron técnicas de seguridad y de rescate. Dos grupos, cada cual con su nivel, repasamos los conocimientos adquiridos en las actividades realizadas a lo largo del año y disfrutamos de nuevas enseñanzas, siempre importantes para el desarrollo de este bonito deporte.

Cueva de Esjamundo. Fuente. Club de Montaña Nabaín.