Fénix y QRC, final 2025. Fuente: Quebrantahuesos Rugby.
  • Crónica de la final de la Liga Aragonesa de Rugby ente el Fénix CR B y el Quebrantahuesos RC (24-21).

El pasado sábado jugó la final de la máxima competición del rugby aragonés, la liga senior masculina. Una competición otrora excitante y divertida que debido a diversas razones (entre todos la mataron y ella sola se murió), es una sombra de lo que fue y de lo que bien podría convertirse con algo más de voluntad federativa y amor al rugby.

Una final que ni se difundió adecuadamente, ni se explotó adecuadamente, ni se celebró adecuadamente y que se ha ido de la misma manera que vino, pobre acicate para motivar y atraer la atención de potenciales consumidores y futuros practicantes de este gran deporte. Ni la posible participación del combinado nacional en la próxima copa del mundo, ni el espejo de nuestros vecinos catalanes en la que el día de la final es una oda al rugby parecen despertar a esta federación que, por mala fe, comodidad, partidismo o simple ignorancia, están dejando pasar lo que bien podría ser la generación de oro del rugby aragonés.

Fénix y QRC, final 2025. Fuente: Quebrantahuesos Rugby.

Podría haber sido un día para juntarnos todos los amantes del rugby aragonés y disfrutar de una jornada espectacular, pero acabó siendo un día más en la oficina, sin medios de comunicación, ni presencia institucional, ni medallas a los finalistas, ni mención al resto de participantes…cualquiera hubiera dicho que era un partido más de liga, si no fuera por la afición tanto local como visitante, que ellos, si, estuvieron a la altura de las circunstancias.

Justamente, las dos hinchadas dieron el color y el calor necesario para recordarnos que el
sábado fue el gran día del rugby aragonés.

El partido empezó bronco en un día de viento, marca de la casa, nada que no se espere de una Zaragoza recién salida del invierno; el cierzo campaba a sus anchas en un campo especialmente expuesto a las inclemencias del tiempo como es el David Cañada. El QRC venía de una temporada complicada, muy irregular, y con falta de motivación en una liga con cada vez menos equipos y más centrada y concentrada en la capital aragonesa. El Zaragocentrismo, impulsado por la federación aragonesa de rugby, lleva años afectando no solo a los clubes senior, sino sobre todo a la gestión y promoción de las categorías inferiores y escuelas de rugby.

La consecuencia es que a raíz de la falta de nivel deportivo e interés federativo hay clubes
aragoneses que participan o han participado en otras federaciones, ya sea la catalana o la
valenciana visto el pobre desempeño de la aragonesa.

De hecho, el mayor club de Aragón, por fichas federativas y categorías en las cuales participa, el Fénix Club de Rugby, tiene a todos sus equipos de categorías inferiores, además de un masculino y un femenino senior participando en la liga catalana. Con este escenario, es difícil enganchar a nuevos jugadores y justificar el sacrificio necesario para poder desarrollar adecuadamente un equipo durante la temporada. Aun así, el Quebrantahuesos, ha ido claramente de menos a más, incorporando sangre nueva en posiciones clave y reinventando jugadores en posiciones nuevas.

Esa es la magia de este club, que a pesar de la poca masa crítica que dispone, el grado de compromiso es lo suficientemente grande para salir adelante en las peores situaciones. El precedente, la última final que habían disputado Fénix y QRC, en el 2024, finalizó con victoria zaragozana en campo oscense, victoria amarga para el Quebranta que, aun así, hizo de tripas corazón y acabó regalando un tercer tiempo de ensueño, con concierto incluido al equipo campeón de Aragón.

Este 2025 no pintaba mejor, un Fénix casi imbatible que se había paseado por la liga recibía a un Quebranta con muchas dudas.

El Fénix quiso imponer su ritmo de juego desde el inicio, pero fue el Quebranta el que golpeó primero a través de las botas de Ángel (min 8), todo un seguro en los lanzamientos a palos. El ensayo local no se hizo esperar (min 14), tras una jugada de tres cuartos finalizada con una internada del segundo centro local. Esta fue la mayor diferencia en el tanteo (7-3) de todo el partido. El Quebranta respondió con su mejor arma, la delantera y sus fases estáticas, melé y touch.

Especialmente la combinación touch-maul fue un suplicio para los locales que no consiguieron anularle en todo el partido, y así se forjó el ensayo de Grueso (min 23). Un ensayo de los locales seria respondido por otro de los visitantes (a cargo del entrenador-jugadormesías Mochu Pérez) hasta legar al descanso con un apretado 12-15.

El segundo tiempo siguió con el mismo estilo, partido cerrado, bronco, difícil, donde en cada metro había una trinchera y el juego y el metajuego se entrelazaban y nunca se sabia donde empezaba uno y acababa el otro. En estos ambientes, el Fénix, curtido en mil batallas se sentía cómodo y poco a poco fue sumando puntos al marcador (min 65, 21-18). Los últimos 20 minutos fueron de empuje visitante, los cambios dieron un plus a los altoaragoneses que desplegaron un rugby potente que arrinconó a los locales.

En el minuto 77, Ángel conseguía empatar el partido, pero una vez más, el destino abofeteó al QRC en una nueva final contra el Fénix, cuando en tiempo cumplido, un golpe centrado permitió a los locales establecer el definitivo 24-21 y llevarse el trofeo a casa. El Fénix, como equipo local agasajó al QRC con un buen tercer tiempo, borrando del recuerdo los infaustos perritos calientes que les han ido persiguiendo durante largos años. Esta vez sí, el tercer tiempo fue de campeonato.

¿Qué más se le podría haber pedido a una final de rugby? Emoción, intensidad, tensión,
alternativas de juego, un final electrizante, todo ello estuvo presente el pasado sábado… en lo deportivo es lo máximo que a día de hoy se podría esperar de una liga como la aragonesa, y quizás aquí está el tema de la cuestión. Pedir una liga potente, competitiva, con un numero suficiente de equipos que la hagan atractiva es una quimera.

El buscar alternativas al callejón sin salida en el cual se encuentra la FAR, no debería ser una opción sino una obligación, alternativas que bien podrían pasar por expandir las miras y colaborar más estrechamente con federaciones vecinas, pero no solo eso, sino promocionar de forma eficiente y efectiva clubs emergentes como el Bajo Aragón, buscar soluciones a la muerte del rugby rural (Tarazona, Ejea, Jaca…) o las diásporas pasadas, presentes o futuras. Hay actuaciones de reconocer, como es el trabajo realizado en el centro penitenciario de Zuera, pero es claramente insuficiente en otros aspectos federativos.

La quimera es pensar que con el timón actual se va algún destino más allá de un cementerio de elefantes, y un caladero de chavales para el único club que quedará en pie de aquí a 10 años. La utopía consiste en pensar que el rugby nos une y que en Aragón es un deporte de formación con un posible rol vertebrador que va más allá de la calidad individual de sus jugadores.

El Quebrantahuesos siempre lo ha entendido así, y son muchos exquebrantas que han cruzado las fronteras para jugar en Francia o en equipos donde pudieran explotar su potencial, ya sea en Cataluña, o en Valladolid, siempre con la base del respeto entre clubs a la hora de desarrollar sus escuelas y no robar talento antes de hora.

El Quebrantahuesos sigue soñando con sus utopías, aunque año tras año se tope de bruces
con la quimera del rugby aragonés, donde los dirigentes no tocan nada porque no les interesa mientras los clubs se desangran poco a poco o se buscan la vida en otros lares. Habría que preguntarse a quien representan, está claro que al rugby aragonés hace tiempo que no.

Ahora le toca al club montisonense decidir si disputar la fase de ascenso, dado que el Fénix
tiene un equipo ya en División de Honor B, aunque la realidad es que plantearse subir de
categoría es complicado ante el salto económico que se da. En este país (si no te llamas fútbol) se castiga a los que practican deporte con tasas, fichas y seguros desproporcionados que invitan más a llevar una vida sedentaria o flirtear con malos hábitos que a ponerse a hacer deporte.