Los clubes de Sobrarbe han abierto su programa de senderismo en la vecina comarca del Alto Gállego, con una ruta que enlaza los valles del Guarga y el Basa. Treinta y seis caminantes atravesaban este sábado la Sierra d’o Portiello, para recorrer los 20 kilómetros -aderezados con más de 800 metros de desnivel– que separan el Molino de Villobas de la localidad de Yebra, según explica en su crónica Juan Rodríguez Bielsa.
Los integrantes del Club de Montaña Nabaín y el Club Atlético Sobrarbe iniciaban la marcha en ese primer caserío en una mañana que amanecía con heladas; pero que posteriormente daría paso a un día más propio de la primavera que del mes de enero. Remontando el sendero de Villobas, integrado en el GR16 -camino de gran recorrido que enlaza el sendero Pirenaico GR11 con el “histórico” GR1- llegaban a esta pequeña localidad que, a pesar de alguna casa en ruinas, mantiene la vida, y una iglesia de factura popular que los montañeros pudieron visitar.
Con el calor apretando ya se dirigieron a Artosilla. En esta localidad pudieron departir con sus habitantes, asentados en ella en las últimas décadas, sobre los problemas que se presentan para vivir en el medio rural y sobre la convicción que hace falta para estar en él. Pinos de repoblación, alternados con monumentales caixigos acompañaron al grupo en su recorrido hasta Sandiás, por el camino (fuera del GR 16) que mantienen los vecinos. El rostro de la despoblación que ha afectado a tantos de nuestros pueblos aparecía en esta localidad donde la ruina se va adueñando de todo.
Desde allí una pista balizada lleva hasta la Cruzeta d’a Paul, que abre la puerta de la vertiente norte. Grandes acebos, las primeras prímulas (trayendo la primavera al principio del año), orellas de onso y húmedos rincones se fueron haciendo protagonistas de este tramo que se encamina hacia el norte por el barranco de Vallarán. El refugio de San Antón, con una cascada en las inmediaciones, sirvió de punto de descanso para comer, departir y compartir viandas.
La pista sigue atravesando los estratos verticales -como sucesivas murallas chinas- por el boquete que en ellos ha abierto el río. Dando vista primero a las cumbres nevadas de los macizos de Telera y Collarada, y luego al pueblo de Yebra, la ruta llegó hasta el río Basa, que luce unas magníficas piedras pasaderas para atravesarlo.
Un refrigerio y un poco de sol -mientras algunos compañeros iban a recoger los coches al punto de partida- sirvieron de broche a esta jornada, que sembró las ganas de más.