El vino siempre ha sido un elemento principal de la gastronomía y por ende de las culturas de los diferentes pueblos, principalmente en España, donde la dieta mediterránea es un referente para el resto de Europa. La producción vitivinícola siempre ha sido un dinamizador económico de las regiones rurales, caracterizándolas y dándole una visibilidad de la que no disfrutarían de no ser por dicho trabajo.

El vino ha tenido, desde los comienzos de la humanidad una importancia destacada, estando ya presente en las civilizaciones de Sumeria, aunque no fue hasta la creación del Imperio Romano cuando el cultivo de la uva alcanzó su máximo esplendor, tanto económica como socialmente. Alrededor de estos caldos giraban muchas de las actividades que dinamizaban la vida de los romanos, como los grandes banquetes, los circos o sus jornadas de juegos a los que eran muy aficionados, como el emperador Claudio, que disfrutaba tanto de estos momentos de diversión que acostumbraba a jugar con una mesa que mandó construir expresamente para tal fin y que llevaba a todos lados.

Con relación al vino, y su relevancia, se creó una variante turística denominada enoturismo. Bajo este término se engloban todas las actividades turísticas relacionadas con la cultura del vino, desde observar cómo se cuida y mima la vid, hasta el proceso final del embotellado, pasando por supuesto por las sabrosas catas en las que se permite apreciar y degustar el color, olor y sabor del vino.

Ligado al propio disfrute de los caldos, las zonas que ofrecen turismo relacionado con el vino se enmarcan en el turismo rural, un motor económico que ha conseguido sacar del olvido diversos pueblos de toda la península ibérica y en la que se incluyen desde hace unos pocos años, el país vecino, Portugal, que también goza de grandes viñedos e importantes rutas turísticas con la uva y sus derivados como protagonistas.

En la dinamización de esta idea se enmarca el Día Europeo del Enoturismo, celebrado el pasado día 12 de noviembre y cuya finalidad es la dar a conocer el patrimonio y la cultura que rodea al trabajo del vino. La celebración, organizada por RECEVIN (Red Europea de Ciudades del Vino) de la que a su vez forma parte ACEVIN (Asociación de Ciudades del Vino de España), está consiguiendo con el paso de los años unos resultados sorprendentes.

En la de zona de Sobrarbe contamos con bodegas donde se cultiva un vino de una calidad excepcional y que poco a poco van ganando reconocimiento nacional e internacional como es el caso, entre otras, de la bodega Ligüerre de Cinca, que desde hace ya algún tiempo trabaja, además del vino y el enoturismo, el turismo rural en general, ofreciendo un pack muy atractivo para visitar la zona, la bodega, degustar su vino y realizar otras actividades como rutas de BTT. La bodega cuenta además con unas instalaciones con mucha historia, ya que la empresa ha rehabilitado un pueblo deshabitado con la idea de dar un descanso personalizado y unas actividades de lo más atractivas para que la experiencia sea inolvidable.

Otro buen ejemplo es la ruta del vino Somontano, una guía imprescindible para el amante de los vinos de la región y de la naturaleza en general en la que se incluyen más de 80 establecimientos para visitar y degustar con los diferentes sentidos; la calidad, color, sabor y olor de los vinos de la comarca, todo sin tener que preocuparnos de nada más que disfrutar, ya que el bus del vino nos permite hacer el recorrido de una manera cómoda y despreocupada.

Este año, con motivo del día del enoturismo se han añadido dos visitas especiales a las bodegas Viñas del Vero y Sommos. Sin duda, todo un placer que poco a poco va ganando más adeptos enamorados de las botellas de tinto, blanco o ambos, pero siempre de Huesca.

Foto: Wikimedia.