La exposición se puede visitar hasta el 25 de febrero en la Diputación Provincial de Huesca (DPH) y repasa etapas de la vida de Marcelino, el príncipe de los payasos, mostrando carteles de espectáculos, dibujos y fotografías de su persona, documentos alusivos o vídeos de los grandes espectáculos circenses de la época.

La sala de exposiciones de la DPH acoge la muestra de lunes a viernes, de 18 a 21 horas, sábados y domingos, de 12 a 14 horas y de 18 a 21 horas.

Una completa obra sobre quien fuera uno de los personales más relevantes en el mundo del espectáculo a comienzos XX, el payaso Marcelino, nacido en Jaca y cuya vida artística se desarrolló sobre todo en los escenarios de Londres, Amsterdam y Nueva York. Y lo que puede verse gracias al trabajo de sus dos comisarios, Jesús Bosque y Víctor Casanova, son 300 obras a través de fotografías, carteles, revistas y recortes de prensa, entre otros materiales.

De Jaca a Nueva York
Nacido en la calle Castelar y de familia jacetana, Isidro Marcelino Orbés (Jaca 1873 – Nueva York 1927) fue considerado el mejor payaso del mundo en los primeros años del siglo XX, aunque su recuerdo no ha llegado hasta nuestros días.

Marcelino Orbés nació en Jaca en 1873 y se convirtió en uno de los payasos más destacados de su tiempo. Se le llegó a conocer como “el ídolo de los niños” y su llegada a Nueva York en 1905 ocupó media página en The New York Times. Charles Chaplin actuó con Marcelino e Londres, escribió de él como una de sus primeras referencias profesionales.

El escritor estadounidense E. B. White escribió en 1948 un reportaje para el New Yorker que iba a ser una de las mejores crónicas sobre la ciudad: Here is New York. En él, cita a Marcelino junto a Hemingway, Rodolfo Valentino, Joe Gould, Walt Whitman y otros personajes que habían conformado el entorno excepcional del Nueva York de comienzos del siglo XX.

Cuando a Buster Keaton le preguntaron por los artistas a los que admiraba respondió: “Marceline fue el mejor payaso que vi nunca” y Cary Grant recordaba con cariño que actuaron juntos en el Hippodrome de Nueva York cuando este tenía solo catorce años.

Llegó a ser un ídolo de masas, alcanzando los calificativos de “el príncipe de los payasos” o “el mejor payaso del mundo”. Sin embargo, como a toda una generación de artistas de circo y vodevil que no llegaron a subirse a la ola de los nuevos tiempos, su estrella se fue apagando. Su carrera en el cine no despegó y el público dejó de reírse de las gracias del torpe Marcelino, siempre afanado en escena en ayudar a todo el mundo sin dejar trabajar a nadie.

Tuvo una muerte trágica, se suicidó sólo y arruinado en una habitación de hotel del Nueva York que una vez se rindió a sus pies. Pese a que este suceso fue portada de periódicos como The New York Times o The Washington Post, el paso del tiempo jugó en su contra y pese a las leyendas que giraban en torno a su vida, su nombre se perdió en el olvido.

Esta exposición pretende volver a poner su vida y su obra donde pertenece: bajo los focos y sobre las tablas, a la vista de todos, siendo la mayor retrospectiva hecha sobre su vida. Su fin es recuperar y presentar al público esta figura aragonesa, indagando en sus claves artísticas y personales y en el mundo en el que le tocó vivir.

Fotos: DPH