Palomeras de Fornocal. Fuente: Club de Montaña Nabaín.
  • El Club de Montaña Nabaín iniciaba a la par la temporada de salidas infantiles y las promocionales barranquistas de este año en el entorno del Parque Natural.
  • Torrolluala y Colungo centraron las propuestas, para niños montañeros acompañados y para barranquistas de todas las edades.

Crónica de Ester Polaina y Enrique Caminos (Club de Montaña Nabaín)

Este mes de mayo hemos iniciado, simultáneamente, en el Club de Montaña Nabaín dos de nuestros programas de actividad para esta temporada: las salidas infantiles naturalistas y las salidas promocionales de barranquismo. Dos zonas del entorno del Parque Natural de la Sierra de Guara, al este de este espacio protegido, fueron los lugares elegidos para estas iniciativas en las que participaron más de 50 personas. Más al norte, Torrolluala del Obico protagonizó la excursión programada para niños y niñas montañeros acompañados. Mientras, al sur, Colungo centraba la primera iniciativa para barranquistas de todas las edades, tras el curso de esta modalidad deportiva que realizamos en abril.

Con los paraguas en la mochila para prevenir de la lluvia, como manda la superstición, nos juntamos el domingo, 5 de mayo de 2024, en Boltaña para comenzar esta primera excursión infantil y familiar de esta temporada, guiada por especialistas en el medio natural del club sobrarbés. A las 9 (casi) en punto 35 personas, casi la mitad niños/as, una de ellas transportada a hombros de su abnegado padre, nos disponíamos a disfrutar de la naturaleza con todos los sentidos, mientras nuestros compañeros barranquistas se disponían a hacer lo mismo reunidos unos metros más arriba de la calle.

A pesar de que el día amaneció nublado, nada más emprender el camino por la carretera de La Guarguera, camino de Torrolluala, el monte nos recibía con unos colores espectaculares, una paleta de verdes que no dejaba lugar a dudas: la primavera ya estaba aquí. Las caducifolias, dependiendo de su ubicación, estaban repletas de hojas o empezando a romper su letargo, con tonos verdes claros y brillantes. Mientras que las perennes, reivindicando su constancia, presentaban verdes oscuros y profundos.

Empezamos la ruta a la altura de la Pardina de San Juan, en una zona al lado izquierdo de la carretera en la que se pueden dejar varios coches sin problema. Los niños y niñas recibieron su cuaderno de campo, para que los descubrimientos del día no se evaporasen de inmediato, sino que se quedasen guardados para re-disfrutarlos en casa.

Los pinos dominaban la zona, pero aún así, Benito nos enseñó que estaban muy bien acompañados: álamos temblones, arces, enebros, quejigos, melojos… y hasta una orquídea (Ophris insectifera L.) pudimos ver. Muchas herbáceas con flores ya habían pasado su momento de floración, pero otras tantas empezaban, como algunos arbustos de genista. Los pequeños y pequeñas de la familia se afanaban en dibujarlas y escribir sus nombres en sus cuadernos, como buenos naturalistas. Los insectos estaban un poco agazapados porque el Sol brillaba poco, pero siempre hay algún animalito que acude a la llamada de la lluvia de los días previos, como las lombrices o los caracoles.

El ritmo de avance era lento porque había muchas hojas que recoger e identificar y muchas piedras que levantar, pero al final conseguimos completar los 2 kilómetros de pista sin chipiarnos los pies al cruzar las dos torrenteras que tuvimos que atravesar. Al llegar al pueblo abandonado de Torrolluala del Obico nos sentamos a almorzar y a completar nuestros cuadernos de campo.

La vuelta transcurrió entre charradas y preguntas sobre todo lo que seguíamos viendo. Sobre las 13:20 llegamos de vuelta a los coches, después de 4 km y unos 100 m de desnivel en total. Mayores y menudos/as disfrutamos y aprendimos a partes iguales, quedando aún ganas para seguir disfrutando de nuestro Sobrarbe.

En la misma jornada, pero más al sur, un nutrido grupo de barranquistas pudimos disfrutar de lo que, para alguno de nosotros, era nuestro primer barranco con agua, el Palomeras de Fornocal, en plena sierra de Guara y a escasos kilómetros de Colungo. Sobre las de diez de una mañana algo nublada, pero con nada de calor, nos dispusimos a atacar la cabecera de este cauce.

Colungo. Fuente: Club de Montaña Nabaín.

Los primeros metros del descenso presagiaban estrechos pasos que nos obligaron a progresar con la llamada técnica de la oposición y que lentamente (y con algo de esfuerzo) fueron superados, no sin poca dificultad por unos neófitos en estos menesteres como el que suscribe. Tras varios destrepes, resaltes y estrecheces, llegan los primeros rápeles, de entre cinco y de hasta siete metros, alguno realmente encajonado pero espectacularmente bonitos, con tramos de casi total oscuridad debido a lo encajonado y profundo que es este barranco.

Palomeras de Fornocal. Fuente: Club de Montaña Nabaín.

Un descenso asequible para unos principiantes como algunos de nosotros, con algunas dificultades, que se superaron gracias a las indicaciones de las fantásticas/os instructoras/es que nos acompañaban y guiaban, ¡muchas gracias!

Fue un arranco de notable belleza y con un paisaje muy interesante y no muy largo, apenas 300 metros. El retorno, algo más fatigoso, ya que se tiene que trepar hasta la carretera y llegar a los coches, lo cual hizo más que merecedor el posterior refrigerio del que dimos buena cuenta en Colungo. Fue un día magnífico de actividades de montaña y de convivencia.