Una de las imágenes de la jornada.

Los costados del Sobrepuerto han sido los protagonistas de las últimas actividades del Club de Montaña Nabaín.

Los aéreos caminos que van de Bergua a Oto, por Ayerbe de Broto y la Faja de Lis, recorridos junto a los compañeros del Club Atlético Sobrarbe, han centrado la actividad de su sección de senderismo en la zona este del macizo. Y, al oeste, el barranco de Os Lucars, ha sido la actividad elegida para la tercera salida promocional de la sección de barranquismo del club de Boltaña.

Treinta y seis montañeros disfrutaron de uno de los tramos del Anillo de Sobrepuerto, nuevo recorrido senderista que circunda este macizo que se encuentra a caballo de las comarcas de Sobrarbe y Alto Gállego. Los montañeros unieron Bergua y Oto, pasando por Ayerbe de Broto y la Faja de Lis, en un bonito recorrido con preciosos bosques, testimonios etnológicos y aéreas vistas del valle del Ara con el retablo de fondo de las cumbres de Ordesa.

Foto familia de montañeros.

 

La marcha arrancaba entre las casas de Bergua -muchas de ellas rehabilitadas en los últimos años- y los carteles de sus habitantes pidiendo conservar impoluto su entorno natural. Tras cruzar las pasarelas que salvan, en su confluencia, los barrancos de Otal y de la Pera, que dan vida al río Forcos, el sendero va ganando altura en medio del “caixigar” que ha ido ocupando las terrazas talladas en las laderas durante siglos por los habitantes de estas montañas. Se alcanza de nuevo la altura de Bergua, que adquiere un nuevo rostro desde el otro lado del valle; y más tarde la de Asín, que quedan enfrente, sorprendentemente cerca, al otro lado del Ara.

El camino gira al norte, dirigiéndose en una subida constante hacia Ayerbe de Broto. Situado en un rellano de la montaña, al pie de Mochoya y Gábalo -dos de las cumbres principales de Sobrepuerto que rondan los 2.000 metros de altitud-. El pueblo está parcialmente restaurado, con cuidado y respeto por la arquitectura tradicional. Pero con sus calles -las vías públicas por las que discurren los caminos que aquí confluyen-, cerradas al paso, una circunstancia que debería resolverse. Atravesar un prado y remontar sus empinadas “marguines” es la solución provisional por la que se puede optar, abandonando la localidad sin poder conocer su arquitectura, su entramado urbano, ni las distintas caras de su iglesia.

La ruta elegida deja a la derecha el sendero que baja hacia el Ara, para atravesar sin perder altura todo el empinado flanco Este del Sobrepuerto, partiendo de la faja de Lys. Variados bosques acompañan a los caminantes en un festival de perspectivas: vistas aéreas del valle, que reposa 400 metros más abajo, las laderas de la Corona y Suerio que protegen por su espalda los pueblos de la Solana; el Pueyo de Ballarín y esos montes en los que tantos aficionados a la montaña disfrutan cada año de los colores del otoño;…y las cumbres de Ordesa, con Mondarruego, “Treserols’” Gabietos,… y, en algunos puntos, ya más lejana y escondida, Coma Chibosa (Vignemale) cerrando el horizonte.

Se inicia el descenso hasta encontrar la pista que viene de Oto, para ganar de nuevo altura por ella hacia la ermita de la Asunción y descender, finalmente, por un bonito camino hacia esta localidad, que ofrece la calma necesaria para comentar sin prisa los variados rincones que ofrece esta ruta. Han sido unos 16 kilómetros, cerca de 700 metros de desnivel, y una mochila llena de buenas sensaciones.

Otra de las imágenes de la jornada.

La localidad de Orós, en la vertiente del Sobrepuerto adscrita al Alto Gállego, fue el punto de referencia de la segunda actividad. El barranco de Os Lucars fue el elegido por los barranquistas del club Nabaín por la amenaza de lluvias, dado que no plantea un riesgo acuático muy alto. La aproximación , de una media hora, alterna tramos de sendero y pista forestal, en un ascenso con poca tregua que permite ganar altura para poder acceder a la cabecera del barranco.

Vestidos los neoprenos, ensacadas las cuerdas, colocados los arneses y cascos empieza el descenso. Un paseo por el río y el bosque de alrededor para abre la ruta hasta llegar a una presa en la que hay que atravesar un túnel. El acceso a esta presa tiene un medidor que permite evaluar el caudal antes de comenzar el descenso, lo cual permite evitar riesgos innecesarios.

A continuación, un bonito tramo del río no permite admirar sus paredes de flysh. Se sigue con con un rápel inicial de 13 metros, donde se aprovechó para aprender un poco sobre instalaciones desembragables. Acto seguido, un tobogán de ocho metros que no deja indiferente a nadie por su verticalidad lleva a una zona de plegamientos de las capas en el flysh: anticlinales y sinclinales que muestran cómo hicieron de las suyas las fuerzas tectónicas.Para finalizar el descenso, un último rápel de treinta metros junto a otro seguido de dieciséis son la parte más técnica de esta actividad.

Acaba el recorrido en las pozas de Orós, punto destacable a nivel turístico por su fácil acceso, tras una jornada de risas, apoyo mutuo y buen ambiente; pensando ya en las salidas del 18 de junio.

Crónica e imágenes: Juan Rodríguez Bielsa y Belén Lozano.