Copiloto. Fuente: DPH.
  • Copiloto (Aragón) y Maestro Espada (Murcia) conquistan al público del Festival Sonidos en la Naturaleza 2022 en los recitales de pequeño formato de Azanuy y Altorricón.

La última mini gira de la tercera edición del Festival SoNna Huesca, que organiza la Diputación Provincial de Huesca, completaba su recorrido por la comarca de La Litera con dos recitales de pequeño formato en las ermitas de Santa Bárbara (Azanuy) y San Bartolomé (Altorricón) a cargo del cantautor indie Javier Almazán, Copiloto, y del dúo murciano Maestro Espada.

El festival cierra esta tarde en el Mirador del Saso de Lanaja el ciclo de espectáculos gratuitos –con entradas invitación a 1 y 3 euros, según los casos- con el que ha recorrido las diez comarcas altoaragonesas en dos meses de programación.

El Festival Sonidos en la Naturaleza se instalará esta semana en su sede oficiosa de la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes de Sariñena, para celebrar el cierre del certamen. Tal y como hiciera Juan Perro en 2020 o Amaral y Rozalén el año pasado, la Cartuja de Sariñena pondrá el broche de oro a su tercera edición con los conciertos de Antonio Orozco (día 9), Miguel Ríos & The Black Betty Trío (día 10) y Manu Chao (día 11).

Una propuesta triple de conciertos de pago que ya han completado las tres cuartas partes de su aforo, pero para los que todavía quedan entradas dphuesca.es/sonna-invitaciones

El regreso de Copiloto

La ermita de Santa Bárbara de Azanuy acogió el viernes el recital de Copiloto, nombre artístico del oscense Javier Almazán, reaparecido en los escenarios el año pasado tras un lustro alejado de la música. El concierto resultó especial porque Almazán venía de haber sido el triunfador –junto a Kase O- de los Premios de la Música Aragonesa, tras obtener el galardón a la mejor canción con El amor y el mundo, incluida en el disco de seis canciones que editó el año pasado, Abrazos salvavidas, y también el premio al mejor vídeo clip por Tu universo controlado, dirigido por Ana Escario y Adela Moreno.

Copiloto. Fuente: DPH.

Almazán explicó al público que había preparado un concierto especial porque este sería quizá su último recital en solitario durante mucho tiempo. A partir de ahora tocará con banda, adelantó, y por ello, y quizás por la secuela que habían dejado los premios la noche anterior, Copiloto eligió un repertorio representativo de toda su carrera. La laureada El amor y el mundo abrió el recital, pero lo cerraría por ejemplo con Moleskine, un tema de 2009, cuando su LP Un segundo luminoso obtuvo también el premio al mejor disco aragonés en aquel año.

Copiloto había actuado el día anterior en la gala junto a Erin Memento e incluyó también Tú cara cuando miras los aviones que había compartido con la zaragozana. También interpretó Salvar el día, un tema producido por Juan Aguirre, tras la gira de 2010, en la que Copiloto ejerció de telonero de Amaral.

A pesar de no llevar más acompañamiento que la guitarra, la propuesta de Copiloto consiguió enganchar al público, sobre todo cuando llegó el ocaso y alivió el calor reinante. El cantautor indie se expresó quizá con una voz más desnuda y menos adornada que en su primera etapa, algo que también se observa en sus canciones más recientes, con textos más directos y contundentes.

Maestro Espada

Sin salir de la comarca de La Litera, la caravana del SoNna Huesca se desplazaba ayer hasta el Parque de la ermita de San Bartolomé, en Altorricón, para recibir al fraternal dúo murciano Maestro Espada, que logró cautivar al público con una virtuosa actualización contemporánea de la tradición y el folklore murcianos.

Maestro Espada. Fuente: DPH.

Los hermanos Alejandro y Víctor Hernández, tras experimentar con la música electrónica y el pop experimental, han hecho un viaje al Cancionero popular murciano antiguo, y han incorporado las castañetas o la pandereta a un set instrumental con loop-station, sintetizadores y percusión electrónica. Con la herencia de la canción de autor recibida de su padre, Víctor (Rey Lobo en su carrera en solitario) y Alejandro, apoyados en su dominio de la guitarra española y en sus voces agudas, invitaron al público a recorrer los distintos palos del desconocido folklore murciano, “la periferia de las periferias”, según dijeron.

El público entendió y valoró perfectamente la propuesta, una fusión de los sonidos de la huerta, de las letras y melodías que desde siempre han cantado “las cuadrillas” (agrupaciones de música tradicional), con la electrónica. Maestro Espada se lleva el folk a su terreno. “Ya están las cuadrillas para mantener la tradición, tal y como es. Nosotros la reinterpretamos y actualizamos”.

Los hermanos Hernánez recorrieron el repertorio de un disco “que aún está por nacer” pasando por todos los palos: Malagueñas, Cartageneras, Parrandas, canciones de labor… y terminó el concierto de una manera inesperada. Tras la prueba de sonido, los dos hermanos habían calentado la voz en el interior de la ermita de san Bartolomé. “Nos hemos quedado prendados de su sonoridad. Así que les proponemos que nos acompañen hasta la ermita para terminar allí con una canción”. El público, conquistado ya por la sencillez y la humildad de los murcianos, aceptó encantado y el recital no pudo tener mejor broche.

De la Crau en Lanaja

Esta tarde, el mirador del Saso de Lanaja será el escenario, a partir de las 19.00 horas, del concierto de De la Crau (Francia). Samuel Karpienia, Manu Reymond y Thomas Lippens son los tres integrantes de De La Crau, un grupo occitano, del sureste francés, que hace honor a la última estepa de la Europa occidental, el Crau o La Crau, una población del distrito de Toulon, asentada en la antigua desembocadura del río Durance, donde anida la ganga, un ave estepárea, igual que lo hace en Lanaja.

Será la quinta participación internacional de la tercera edición, tras los conciertos, entre otros, de Sofía Rei (Argentina), Flor de Toloache (México) o Rumbo Tumba (Argentina). En este caso, el escenario elegido es el Mirador del Saso de Lanaja, a medio camino entre Sariñena y la sierra de Alcubierre. Nos encontramos en la partida denominada Cabezo del Saso del Molino, situada a unos 370 metros de altura, sobre la bóveda del pozo de hielo de la villa.