Una semana marcada por una intensa actividad atmosférica fue el preludio de la excursión propuesta. La idea era pasar del valle del Pineta al cañón de Añisclo por el collado del mismo nombre y recorrer el cañón en toda su longitud hasta terminar en el puente de San Urbez, según explica en su crónica Esteban Urriolabeitia.
La nieve hizo acto de presencia en el collado de Añisclo a lo largo de toda la semana, por lo que tras las oportunas consultas al personal del Refugio de Pineta y del Parque Nacional de Ordesa, decidimos equiparnos con todo el material necesario para ir con seguridad: piolet, crampones, casco, y un cordino que nunca viene mal. Afortunadamente la previsión meteorológica era buena para ese sábado.
Con esta perspectiva, nos juntamos en Boltaña cinco montañeros de buena madrugada, pues la travesía prometía ser larga. Pepo nos recoge en la furgoneta, pasamos por Aínsa, donde se suben dos expedicionarios más, y directos hasta el parking de Pineta. Allí ya vemos que la nieve…tiene poca presencia, pero hay que llevar el material ¿y si hay alguna placa que no se ve?
Poco después de las 7 de la mañana este grupo de integrantes del Club de Montaña Nabaín de Boltaña y el Club Atlético Sobrarbe de Aínsa comenzamos la ruta siguiendo el camino de las Inglatas (GR11), valle abajo, el terreno está totalmente encharcado y parece que ya no acepta más agua. En unos 25 minutos llegamos al cruce con el camino que viene del Refugio de Pineta, y empezamos la subida, chino, chano. El camino es muy agreste, pero lo vamos superando sin problemas.
Durante la subida hay que cruzar dos barrancos que bajan de La Suca y Las Tres Marías, que también nos tenían intranquilos, pero a pesar del agua caída días atrás, pudimos cruzar sin problemas. Toda esta subida se hace por bosque, y los colores del otoño todavía vestían buena parte de las laderas: rojos, marrones y amarillos se alternaban creando un precioso espectáculo. Después de unas 2,5 horas de subida llegamos a una fuente, justo en la desviación del camino que se adentra en la Faja de la Tormosa (2000 mts) y aprovechamos para hacer una parada a comer y beber. Miramos hacia arriba…casi no hay rastro de la nieve, ¡y nosotros porteando todo! Seguimos subiendo siguiendo las marcas del GR11, ahora el camino apunta resuelto hacia el collado y la roca domina todo el paisaje. Vemos dos mochilas abandonadas ¿no estamos solos? ¿hay algún loco más aquí? Casi llegando al collado vemos a sus dueños, que nos confirman que no hay más que una pequeña presencia de nieve, meramente testimonial. Esto se llama entrenar con carga.
Disfrutamos de las vistas del collado (2.453 mts), mandamos una foto y muchos ánimos a Rafa, compañero que no ha venido al fin para bajar a Valencia, su tierra, a colaborar frente a los daños de la dana, y damos cuenta del almuerzo, pero no podemos extendernos demasiado. Hemos subido unos 1.300 mts de desnivel, pero sólo hemos hecho 7,5 km, y quedan casi 20 por delante. Así que cambiamos de vertiente, damos la espalda a Pineta y empezamos a bajar por la cabecera del Bellós. Este tramo es muy agradecido, la pendiente es suave, herbosa, el ruido del agua acompaña y hay infinidad de cascadas, cada una más bonita que la anterior. Tras hora y cuarto de bajada (ojo, llevamos 6 horas desde Pineta) llegamos a La Fuenblanca (1.650 mts), espectacular cruce de barrancos: el que traemos desde el collado de Añisclo y el de Arrablo que lleva a Góriz, todo ello presidido por la monumental surgencia que brota con fuerza desde la misma roca, a muchos metros de altura sobre el suelo.
El camino sigue en descenso, y ahora ya se encañona. Pasamos el desvío a San Vicenda, cruzamos el puente donde se indica la entrada al barranco de La Capradiza, bien asegurada con su sirga, y entramos en bosque. El hayedo está completamente tapizado con las hojas recién caídas, y entre eso y el agua que ya no es capaz de absorber el monte tenemos una estupenda pista de patinaje, amén que a veces es complicado seguir el camino porque está tapado.
Tras algún resbalón que otro llegamos a La Ripareta (1.400 mts), en la confluencia con el barranco de La Pardina, donde comemos con algo más de fundamento. Llevamos 8 horas de travesía, y nos quedan un par de ellas (largas…) hasta San Urbez. Ya repuestos, atacamos la última parte de la travesía. Pepo espera en la furgoneta en San Urbez y hay que acelerar para llegar a la hora.
Damos las gracias al Parque porque han abierto el paso entre La Tella y San Urbez y nos han ahorrado la subida hasta Sercué. Sin más contratiempos, llegamos al puente de San Urbez pasadas las cinco de la tarde, cansados, pero con la satisfacción de la jornada vivida. La excursión tuvo lugar el sábado 2 de noviembre.